Otarola & Prialé Abogados

Fiestas Patrias de reflexión: El Perú y nuestra independencia en palabras de Jorge Basadre

Jorge Basadre Grohmann es, quizá, el más grande historiador del Perú. Nadie como él para interpretar nuestra historia, sus instituciones y la necesidad de construir una identidad nacional, todavía en ciernes y muy lejana de las aspiraciones fundacionales de la República. Su portentosa obra ha sido estudiada por varias generaciones y sigue firme en la aspiración de unidad nacional, incesante reclamo que lo llevó a escribir uno de sus libros más completos: “La promesa de la vida peruana”.

En nuestro aniversario patrio, esta vez muy distinto a los anteriores, en el que no existe por el momento mucho por celebrar dada la catástrofe de la pandemia del Covid-19 que se ha llevado la vida de miles de compatriotas, Otárola & Prialé Abogados, a manera de homenaje al Perú, comparte algunas reflexiones de nuestro historiador, más vigentes que nunca:

¿Para qué se fundó la República?

“Para cumplir la promesa que en ella se simbolizó. ¡Incrementar nuestra vitalidad como pueblo, lograr que eleve su nivel económico, intelectual, moral y social!  Recoger y proseguir, de acuerdo con el espíritu de cada momento histórico, lo que pudo haber de idealista, de progresista, de ímpetu de creación en quienes, en este suelo ungido por los siglos, dominaron a la naturaleza, fecundaron la tierra, fundaron hogares, crearon la Patria, dieron acento propio a nuestras cosas, simbolizaron, en suma, una actitud humanista, demócrata, liberal, social y creadora!  ¡Ser conscientes de la inmensa tarea que falta por hacer; exigir para el planteamiento y la solución de cada caso, dos cualidades, justicia y eficacia; organizarse en línea de agresión contra todas las inmoralidades de nuestra vida criolla, desde los grandes o pequeños peculados, hasta los gritos radicales o reaccionarios, los desbordes primitivos y la mentira de nuestros convencionalismos!  Querer un Perú en buena salud, no sólo por la acción, que debe ser fundamental y primordial sobre sus flagelos biológicos y sociales, sino también por la honestidad cívica”.

El peso de nuestra historia:

“En el caso concreto del Perú, sin saberlo, la promesa recogió algunos elementos ya existentes en el pasado, transformándolos.  Los incas para sus conquistas inicialmente procuraron hacer ver a las tribus cuya agregación al imperio buscaban, las perspectivas de una vida más ordenada y más próspera.  Más tarde, incorporado el Perú a la cultura occidental, su nombre sonó universalmente como  fascinador anuncio de riqueza y de bienestar.  También al fundarse la independencia, surgió un anhelo de concierto y comunidad: «Firme y feliz por la Unión», dijo por eso, el lema impreso en la moneda peruana.  Y surgió igualmente en la emancipación un anuncio de riqueza y de bienestar proveniente de las minas simbolizadas por la cornucopia grabada en el escudo nacional y de todas las riquezas que el Perú alberga en los demás reinos de la naturaleza, que el mismo escudo simboliza en la vicuña y en el árbol de la quina. Pero hubo un fermento adicional en la promesa republicana que el quipu inca y el pergamino colonial no pudieron ostentar porque ambos correspondían a un tipo de vida socialmente estratificada: el fermento igualitario, o sea el profundo contenido de reivindicación humana que alienta en el ideal emancipador y que tiene su máxima expresión en el «somos libres» del himno nacional”.

Sobre el futuro del Perú:    

“El Perú moderno (…)  es una continuidad en el tiempo.  A la época prehistórica debe, en parte, la base territorial y parte de la población.  De la época hispánica provienen también una base territorial, otro sector de la población y el contacto con la cultura de Occidente.  Y  la época de la Emancipación aporta el sentido de la independencia y de la soberanía.  Mas en esta última etapa, madura, asimismo, un elemento psicológico sutil que puede ser llamado la promesa. (…) Ninguna de nuestras soluciones nos vendrá, pues, cocida y masticada de otros países, aunque sean hermanos, primos o prójimos.  Y, sobre todo, nada se podrá hacer a fondo si al país no le conmueve la conciencia de sí, si no afirma en esta hora feroz su querer existencial nacional.  Por eso, la promesa de la vida peruana atañe a la juventud para que la reviva, a los hombres de estudio en sus distintos campos para que la conviertan en plan, a la opinión pública en su sector consciente para que la convierta en propósito”.

¡Viva el Perú!